A partir de finales del siglo 19, es cuando el mundo de arquitectura da un gran giro y se renueva gracias a la revolución industrial. Este cambio histórico permite la fabricación a gran escala y un modo nuevo de aplicar los materiales.

Se utiliza el hierro, el cristal, el hormigón y el acero, además de necesitarse tiempos de construcción mucho mas reducidos.

De este modo se abaratan también los presupuestos y se pueden construir espacios más diáfanos.

Todas estas innovaciones se pueden ver por ejemplo en el emblemático Palacio de Cristal de Londres, que además permitia su montaje y desmontaje en módulos.