El concepto del diseño tal y como hoy lo conocemos nace en el Reino Unido, fruto de la Revolución Industrial, a finales del siglo 19 y principios del 20.
La mecanización de los procesos productivos y la mala calidad que se obtenía  hacían que esta producción masiva no gustara mucho a los artesanos de la época.

A raíz de este problema, muchos de ellos renegaron de la producción mecanizada y otros muchos adaptaron sus ideas a estas maquinarias: mediante un proyecto premeditado, unieron las nuevas tecnologías con su habilidad de dar un buen aspecto final al producto, de manera que conseguían cumplir ciertos aspectos estéticos y funcionales a la vez.